Editorial: Sostener un proyecto, abrigar esperanzas

Resumen

Sin duda, este año que se cierra quedará grabado en la memoria como uno de los más complejos en la historia nuestroamericana. Los efectos de una pandemia mundial se hicieron sentir a nivel continental con resultados desoladores: millares de muertos y contagiados -sobre todo en las clases populares-, sistemas de salud colapsados y gobiernos que -como en el caso chileno- aprovecharon el shock que esta pandemia trajo para acelerar agendas represivas y desmovilizadoras, además de naturalizar la militarización de la vida cotidiana. Todo esto con un telón de fondo macabro, marcado por el despliegue de un ajedrez geopolítico imperial ahora encabezado por grandes empresas farmacéuticas.

Sin embargo, su contracara nos trajo esperanzas: las diversas muestras de solidaridad que se desplegaron en estos tiempos, desde las clases populares, nos mostraron las potencialidades que se abren al volver a lo comunitario, ya sea en el ámbito de los cuidados colectivos (crianzas compartidas, cuidado de la población contagiada y de las personas adultas mayores, servicios de alud comunitarios, campañas de sanitización y sociocuidado frente a la pandemia) como de la economía popular (ollas comunes, comedores populares, redes de abastecimiento comunitario y de comercio justo). Y aunque es muy temprano para hacer un balance, hay pequeños indicios que muestran que estas prácticas pueden ser una puerta de entrada a un cuestionamiento mayor a las formas de vida que ofrece el capitalismo extractivista/especulativo neoliberal (y su discurso basado en el individualismo y el consumo desenfrenado) incluyendo la crítica a la centralidad de la vida urbana por sobre la rural.

En este complejo escenario, ¿qué sentido tiene mantener un proyecto como éste? Esa fue una de las preguntas que rondó en las cabezas y corazones de quienes trabajamos en esta revista y que conversamos en nuestras escasas reuniones presenciales y en aquellas que hicimos por videoconferencia -experiencia nueva y desafiante, que llegó con la pandemia y parece querer quedarse-.

Para el equipo editorial, esta pequeña ventana de saberes que les ofrecemos dos veces al año es nuestra manera de homenajear la persistencia de los pequeños y grandes ejercicios de resistencia que se dan a lo largo y ancho de Nuestramérica por construir saberes que -viniendo desde las prácticas transformadoras- sean un aporte para las clases populares en sus diversos procesos de liberación. En ese sentido, si hay compañeros y compañeras en diferentes territorios que están pensando y reflexionando críticamente sobre sus prácticas y buscan formas de comunicarlas, ya que consideran que pueden ser un aporte en otros territorios, es nuestro deber mantener esta ventana abierta, sobre todo en estos días complejos. Cada práctica transformadora y las reflexiones críticas que nacen de ellas, con el objetivo de construir una realidad mejor, son una pequeña esperanza. El maestro Eduardo Galeano decía sobre la esperanza: “La tengo, la vuelvo a perder.  A veces duermo con ella y a veces duermo solo. Pero yo nunca tuve una esperanza de receta, comprada en una tienda de corte y confección, una esperanza dogmática. Es una esperanza viva y, por lo tanto, no sólo está a salvo de la duda, sino que se alimenta de la duda”.

¿Y si esta revista es una ventana y una oportunidad para que nuestras esperanzas duden, se cuestionen, se transformen… es decir, para que sean esperanzas vivas?

Sin embargo, ello no implica levantar el puño punitivo que juzga las prácticas y las reflexiones críticas para que se parezcan a lo que “deben ser” y no a lo que realmente son. Sabemos que nuestros saberes a veces son complejos, contradictorios, parciales, en construcción. Que no son, que están siendo. Por eso, esta revista es también la invitación a que estas esperanzas vivas encuentren un espacio para el diálogo fraterno, la crítica constructiva, el apoyo crítico. Una vez más, citando a Galeano: “En lengua castellana decimos, cuando se nos ocurre que tenemos esperanzas: abrigamos esperanzas. Linda expresión, lindo desafío: abrigarla, para que ella no se nos muera de frío en estas implacables intemperies de los tiempos que corren”.

He aquí entonces, un puñado de esperanzas que nos llegan desde diversos territorios (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Costa Rica, Perú, Colombia y México) y desde diversas trincheras en esos territorios (la reflexión universitaria, el campo profesional, la investigación-acción con comunidades indígenas, con la niñez y con personas migrantes, entre otras).

Esperamos que les sean útiles, y que las puedan abrigar como lo intentamos hacer desde acá, al sur de Nuestramérica. 

Desde la Ñuñoa Popular, Santiago de Chile, octubre de 2020

Biografía del autor/a

Daniel Fauré Polloni, Universidad de Santiago de Chile

Chileno. Doctor en Historia de Chile, Universidad de Chile. Profesor adjunto del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile. Coordinador del programa de extensión crítica Memorias de Chuchunco. Integrante de la Asamblea Territorial Villas Unidas (Ñuñoa) y de la Red Trenzar. Contacto: daniel.faure@usach.cl / Registro ORCID: 0000-0003-3909-609X

Publicado
2020-12-31
Cómo citar
Fauré Polloni, D. (2020). Editorial: Sostener un proyecto, abrigar esperanzas. Trenzar. Revista De Educación Popular, Pedagogía Crítica E Investigación Militante (ISSN 2452-4301), 3(5), I-VIII. Recuperado a partir de https://revista.trenzar.cl/index.php/trenzar/article/view/128