Editorial: Porque en Chile nació el neoliberalismo y en Chile debe morir
Resumen
Escribimos estas líneas en medio de la protesta popular más grande que ha vivido Chile en toda la postdictadura. Una manifestación que comenzó el lunes 14 de octubre con la movilización de las y los estudiantes secundarios contra el alza del pasaje del tren subterráneo, y que, el viernes 18 de octubre, tomó un carácter general al sumarse a las protestas grandes masas de población de todo Santiago, ciudad que concentra más de un tercio de la población nacional.
La respuesta del gobierno neoliberal de Sebastián Piñera fue brutal y desproporcionada: frente al ataque contra los símbolos del capital (grandes cadenas de supermercados y farmacias –conocidos por delitos de colusión-, estaciones de Metro y bancos extranjeros) decretó estado de excepción constitucional y sacó a los militares a la calle. La capital chilena volvía a tener toque de queda después de 32 años.
Sin embargo, la desobediencia civil aumentó y se multiplicó por todo el país. El gobierno fue expandiendo el estado de excepción en el territorio nacional y llegamos a tener militares desplegados en diez de las 15 regiones que componen Chile. En un Estado de Sitio de facto, el gobierno neoliberal intentó aplastar las movilizaciones utilizando todas las ramas de las fuerzas armadas y las fuerzas especiales de Carabineros, dejando un triste saldo que, hasta el momento, lleva 21 asesinados, más de un millar de heridos, 120 personas que han perdido la vista y decenas de denuncias por tortura, violaciones, abusos sexuales y desapariciones.
Pero la sangrienta represión no detuvo al pueblo chileno, y el viernes 25 salieron a las calles más de dos millones de personas a lo largo del país, en la manifestación social y popular más grande de la que tengamos registro en Chile. El gobierno neoliberal escondió a sus fieras y comenzó el empate catastrófico: por un lado, un gobierno que persevera en desactivar la movilización por vía de la represión y apostando al desgaste de la población movilizada tras dos semanas de lucha incesante; y por otro lado, un pueblo que continúa en las calles intentando mantener la ingobernabilidad, buscando transformaciones radicales al modelo neoliberal y la salida del Presidente.
El resultado de este empate es difícil de proyectar. Interesadas e interesados, como estamos en Trenzar, porque este conflicto se resuelva a favor del pueblo, sabemos que las principales cualidades del movimiento -su espontaneísmo, horizontalidad y descentralización-, pueden volverse en sus principales falencias si no se logra proyectar organizativamente ese espontaneísmo y se resuelve el problema de la representatividad al interior de dicha horizontalidad. Sabemos, también, que esos saberes necesarios no van a surgir desde otro lugar que desde las luchas mismas. Desde cada gesto de asociatividad y coordinación que surge cotidianamente entre quienes se manifiestan en las calles y resisten lumazos, bombas lacrimógenas, balines de goma y balas de plomo; desde cada asamblea territorial que se está levantando; desde cada Cabildo Abierto que está pensando y discutiendo el programa popular a nivel nacional.
Por eso, a pesar de que nuestra cotidianidad hoy está dividida entre la calle y las asambleas, decidimos multiplicar los esfuerzos y seguir adelante con la revista publicando el número que correspondía a este mes. Ya que el estado de excepción constitucional nos obligó a postergar el “III Encuentro Nuestroamericano de Educación Popular, Pedagogía Crítica e Investigación Militante” que teníamos preparado entre el 23 y 25 de octubre, insistimos con porfía compartiendo con todas y todos este puñado de escritos que muestran, precisamente, saberes que surgen desde las luchas. Porque son saberes necesarios, que nos alientan a seguir reflexionando críticamente nuestras prácticas de transformación, no sólo en Chile, sino en cada rincón de Nuestramérica donde se están librando importantes batallas (tanto por vías electorales como en Argentina y Uruguay; como por la vía de la acción directa popular, como en Haití, Ecuador o Chile) por una vida digna, alejada del modelo neoliberal.
Dedicamos este tercer número de la revista a las chilenas y chilenos que ya no están, que murieron en manos de un gobierno que no dudó en poner el capital por sobre la vida humana. Esperamos que el cuarto número de la revista podamos publicarla en un nuevo Chile, uno donde el neoliberalismo a ultranza que nos impusieron hace más de 40 años, esté en franca retirada.
Porque en Chile nació el neoliberalismo y en Chile debe morir.
Santiago de Chile, octubre de 2019
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